LIBRO: EL OPUS DEI - ANEXO
A UNA HISTORIA
AUTORA: María Angustias
Moreno
ALGUNAS COSAS MÁS
Hasta aquí unos cuantos capítulos de alguna
manera especiamente significativos. Pero hay más. Hay
algunas cosas más que me propongo exponer. Algunas
cosas que se entremezclan, que no son de por sí definición
de nada; pero sí un contexto. Son el transcurrir diario
en la vida de la Obra. Situaciones habituales que no van a
ser todas, claro que no; pero que sí van a ser algunas
cosas más de las que en la Obra suponen mucho, y que
sin embargo... se cuenta poco con ellas, no se dicen, se ocultan,
y no es justo, por lo que pueden deformar la verdad o desmerecer.
La Obra puede tener un origen y unos fines todo lo sobrenaturales
que se quiera, puede tener maravillosas posibilidades. Lo
que hace precisamente más necesario reaccionar ante
aquello que desmerezca. No es lógico ocuparse de algo
en lo que no se cree o no se tiene interés. La Obra,
en principio, creo que lo tiene.
Algunas cosas más, en este de diálogo abierto,
simple, sencillo e incluso deslavazado. A veces hasta "contradictorio".
No porque no evite el contradecirme, sino por la intrínseca
contradicción que la Obra encierra. Sin más
pretensiones que la de una conversación sobre la marcha.
De la abundancia del corazón habla la boca. Hablo,
cuento. Sin un orden esquemático, sin un planteamiento
estudiado (tengo muy poco tiempo), con la autenticidad de
lo espontáneo. Sin necesidad de estilo específico
(¿ensayo...?), porque lo único que pretendo
es la aportación de unos datos, que en medio de un
tema delicado y complejo me lo hacen fácil por sincero
y auténtico. Datos para una historia, la de la Obra,
que en beneficio incluso propio no deberá olvidar u
omitir los que menos la favorezcan, si quiere ser auténtica.
Conversación, carta abierta, que como cualquier charla
ordinaria, tiene ideas que se repiten; yo diría que
más bien se expresan desde ángulos distintos,
sobre un mismo tema; muy necesario, encuentro yo, para comprender
mejor una cosa cuando se es ajeno a ella.
Me he definido sobre algunos aspectos doctrinales que calan
de peso, y voy a seguir haciéndolo; entiendo que conocer
a la persona que escribe, conocerla en distintos aspectos,
también facilita el entendimiento del tema.
No necesito, no, que nadie se identifique conmigo. No creo
necesario pensar igual para entendernos. Lo único que
en la vida puede exigirse, recriminar o pedir a alguien es
que sea coherente y consecuente con sus propias ideas.
Sobre el tema de la Obra he pedido opinión a unas
diez personas, hombres y mujeres, de lo más distintos
y distintas -algunas ni me conocen-. Todos ex socios del Opus
Dei por motivos claros, y personas de vida íntegra.
Les he pedido que critiquen lo que escribo. Y sin necesidad
de opinar todos igual -como decía somos muy distintos-
estamos de acuerdo en que lo que cuento se atiene perfectamente
a la realidad. Sus nombres hubieran sido una garantía,
pero prefieren permanecer ignorados, para evitar las dificultades
que sobre su trabajo, estudios o convivencia, pudiera ocasionarles
definirse con respecto a la Obra.
Difamar es decir cosas malas que quitan la fama a otro. Pero
cuando hay un deber de justicia o de caridad de informar del
mal, no existe, no cabe, no puede hablarse de difamación.
Hablemos, sigamos hablando, honrada y llanamente. Con ejemplos
y anécdotas que -como ya decía- podrán
quizá parecer esporádicos, pero que no me servirían
si lo fueran. Son detalles insignificantes en sí mismos,
pero siempre expresión de un sentir básico y
condicionante.
No me asustan, no me impresionan los sucesos aislados ni
los defectos de nadie. Detesto únicamente la sistematización
arrolladora ante la necesidad concreta y personal. La manipulación
de las conciencias, el gobierno suficientista y dogmatizante,
la falta de confianza que impone constantes vigilancias, las
cosas antes que las personas, la importancia desmedida a lo
pequeño mientras se desecha o se ignora lo grande,
la constante atención a las labores a costa de lo individual...
Una praxis -la de la Obra- incoherente al espíritu
e incluso a la intención constitucional de la misma.
No sé dónde leí una vez la experiencia
de los astronautas cuando volvían a la Tierra. Sentían,
contaban: una verdadera imposibilidad de compartir su experiencia.
Contaban, hablaban, explicaban, pero sobre algo que los de
la Tierra no habían visto nunca no tenían elementos
para imaginar nada de lo que ellos habían vivido, y
así no era fácil entenderse. A veces, ante experiencias
de éstas (como la mía ahora) ocurre algo semejante.
Notas que sólo los que lo han vivido hablan el mismo
idioma. Es muy difícil explicarse, no tanto lo que
cabe decir como lo que supone haber vivido. Es muy difícil
comprenderlo desde fuera. Y lo es más todavía
como consecuencia de la carga de infamias que los de dentro
procuran volcar sobre cualquier cosa de esas que no les interesa
se sepan.
Yo, sin embargo, encuentro interesante, y un deber para mí
personalmente, aportar los datos necesarios para completar
una información parcial (por parte de los socios) que
tanto daño puede hacer a tantos. Es repetirme, pero
insistir sobre algo -para los que conocemos el asunto- enormemente
necesario.
¿Que hay otras cosas en la Obra, más positivas,
más de las que yo cuento? Sí. Hay muchas cosas
en la Obra. Son unas cuantas cosas mas.
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